"A mí no me interesa quién es el mejor, sino quién
saca lo mejor de sus posibilidades. Con el que disfruto realmente es con Michu
del Swansea. Nadie lo conocía, ahí está la emoción. Todo el mundo conoce al
mejor, cualquiera sabe quién es el mejor. Pero ¿quién resulta fascinante?"
Se acercan las semifinales
de Champions League y estamos ante los cuatro mejores equipos
europeos del momento. Los recursos de Bayern, Madrid y Barça son conocidos por
todos, pero hay que recordar que hace menos de diez años el Dortmund estaba a un
paso de la bancarrota y el salario de toda su plantilla actual oscila entre la
mitad y un tercio del total de lo que cobran los jugadores de los otros tres
equipos. Existen ríos de tinta sobre la trayectoria, las tácticas y los
mandibuleos de Jürgen Klopp, por lo que desde aquí nos hemos propuesto ir más
allá, para destripar el alma y el arma secreta de un equipo que a estas
alturas tiene poco que perder y mucho que ganar.
Una de las influencias más
contrastadas de Klopp es la visión
del eterno Volker Finke, entrenador del Friburgo durante más de quince años entre las
dos décadas pasadas. Mientras que su esquema de fútbol ofensivo creó un equipo
outsider, conocido popularmente como Breisgau Brazilians,
su sistema generó un legado que trazó el camino del nuevo Dortmund. Cuando
hablamos de sistema no nos referimos a tácticas o estrategia. “La única disciplina que el equipo
necesita es que los jugadores usen sus cabezas y tomen decisiones por sí solos”.
Hay que entender esta visión como un plan de juego, en el que se espera que los
protagonistas tomen decisiones creativas por sí mismos, a su manera, haciendo
ajustes de acuerdo con la situación, con el fin de lograr una mayor
sincronización ofensiva y defensiva. En otras palabras, Finke apostaba por los
jugadores entendidos más como animales que como ordenadores programados por
instrucciones a la hora de tomar decisiones. Finke cuestionaba las
instrucciones verbales y comprendía que un futbolista toma decisiones mejores y
más rápidamente de manera instintiva que de manera racional, debido a que el
instinto reacciona de forma autónoma en menos de un segundo y el proceso de
racionalizar la jugada hace perder fluidez, tiempo de reacción y una posible
descoordinación cuando se producen situaciones no practicadas, ensayadas y
trabajadas. Para digerir mejor este planteamiento ancestral, es importante
conocer el “cómo” implementar este enfoque en la cabeza de los jugadores y, por tanto, en el terreno de juego.
"Cuando llegué al Dortmund, dije: si 80.000
personas vienen cada dos semanas al estadio y en el campo se juega un fútbol
aburrido, una de las dos partes, el equipo o los fans, tendrá que buscarse un
nuevo estadio. Muchos de nuestros fans recorren 800 kilómetros para vernos y
vivir algo especial. Hay que ir a todo gas. Lo hemos llamado "fútbol a todo gas".
Queríamos derrochar vitalidad. Preferíamos dar cinco veces en el larguero que
quedarnos cuatro veces sin tirar a la portería. Mejor perder. Ése fue el
comienzo. Tienes que vincular a la gente al club. Los partidos deben tener un
efecto más allá del resultado. Todo el mundo sabe que se ha ganado 3-1. Pero lo
que se siente es el tiro, el gol, la parada: eso lo llevas dentro toda la
semana. Si ganas 1-0 y el juego ha sido muy vivo, el fútbol queda legitimado.
No me interesaría tener a Xavi, Messi y Cristiano en el mismo equipo... Ser
el mejor de todos es como si me pongo a jugar al tenis contra una niña de tres
años y estoy al otro lado y remato con fuerza y la niña está ahí de pie con la raqueta...
no es divertido”
Cada dos semanas, el Westfalenstadion
es una rave de delirios futbolísticos bajo el influjo de un muro amarillo que
anhela ser alimento del sacrificio y la
improvisación de los guerreros en batalla. Es muy interesante comprobar el
desarrollo de la identidad de este club, que ha llegado hasta el punto de autodefinir
su fútbol como “fútbol a todo gas”: un fútbol dedicado a las 24.000 gargantas
de la Südtribüne, un fútbol
de pasión, de emoción, que te traslada a lugares restringidos para casi la
totalidad de clubes del mundo. Para entender el cómo de este planteamiento, hay
que mencionar que además de ser ex-jugador profesional, Jürgen Klopp estudió
ciencias del deporte y de ahí pudo nacer su curiosidad por el método del
Friburgo: para conseguir una mejora en la toma de decisiones, Volke se volcó en la
cinética vital, que en palabras de Klopp ”enseña la relación entre la conciencia y la secuencia de
movimiento, la relación entre el cerebro y el cuerpo”. Sin lugar a dudas,
quien haya visto más de cinco partidos enteros del Dortmund o mismo el primer gol
de Lewandowski ante el Málaga, puede identificar que uno de sus puntos fuertes
es la velocidad de movimientos y la fluidez en su juego.
Aunque parezca una broma,
esto va muy en serio. Jürgen Klopp no es Eduard Punset, pero sabía lo que
quería y lo que necesitaba el club; conocía por su formación el “cómo” hacerlo
y por último, le faltaba encontrar quién era el mejor entrenando eso. Ahí es
donde entra la última pieza de este rompecabezas futbolístico sin precedentes: Lifekinetic. Desde hace unos años, Hortz Lutz y el varias
veces campeón del mundo de ski-alpino Felix Neureuther trabajan semanalmente
con los jugadores del BvB bajo la atenta mirada de su entrenador. En la página
de LifeKinetic podemos encontrar testimonios de miembros de la plantilla sobre
el método de trabajo y vídeos que muestran el transcurso de las sesiones,
mientras que en la planificación de entrenamientos de la plantilla, publicada en la página oficial del equipo, se hace referencia al trabajo con Lutz y
Neureuther.
Los ejercicios de Lifekinetic pretenden
experimentar complejos patrones de movimientos con infinitos ejercicios; estas
recreaciones implican gran atención para desarrollar habilidades de pies y de
manos, lo que permite entrenar el cerebro para situaciones y escenarios
impredecibles, tal y como ocurre en un partido de fútbol: básicamente se trata de desarrollar
el potencial del cerebro más primitivo, para promover una performance o
actuación de supervivencia, a vida o
muerte, como si cada domingo se tratara de una caza para poder subsistir, donde
el instinto y el inconsciente deciden cuánta tensión o cuánta relajación
muscular hace falta para conseguir lo que se desea. Los objetivos de estos ejercicios son
desarrollar sinapsis o conexiones neuronales que sirvan como paquetes de
memoria muscular, para reaccionar de la mejor forma y más instantánea posible
en situaciones fugaces, como puede ser en el fútbol un remate o en el tenis una
jugada cerca de la red. Estos ejercicios tienen como
premisa y como criterios inalterables que las tareas, ejercicios o retos de
entrenamiento produzcan situaciones divertidas, para así mantener una alta
motivación al realizar la tarea, lo que ayuda en gran medida a consolidar esas
conexiones neuronales que permitirán mayor respuesta, agilidad y coordinación
en el rendimiento de los futbolistas: un ejemplo que ha dado la vuelta al mundo
y que cumple con los criterios de motivación y diversión es el Footbonaut,
que nos permite concluir que el staff técnico del Dortmund tiene claro que se
aprende mejor con la alternancia que con la repetición.
Los cuatro equipos
finalistas representan cuatro modelos o proyectos que demuestran esa creencia
extendida de que un club debe tener una identidad futbolística; seguramente,
los tres equipos ricos de esta final four tengan mayor responsabilidad de
llegar a la final debido a su resultado y su rendimiento en la edición pasada.
Sin lugar a dudas, mucha menos presión y responsabilidad debe existir en el
caso del BvB. Este año hemos visto que
sufre cuando se siente favorito y juega sin presión cuando la responsabilidad
recae sobre el contrario. Es verdad que en cuartos de final el Dortmund fue a
Málaga a gozárselas y han tenido que pasar tres semanas para que se le pasara
la fumada a Gündogan, Reus y Lewandowski. Tras ver los dos
partidos, las sensaciones fueron que tanto españoles como alemanes empezaron con muchas dudas, sin
saber qué rol interpretar: el de favorito o el de víctima. Reaccionó antes el
Málaga, pero no fue suficiente. Las posibilidades del Dortmund pasan por:
- entrenar a fuego con el Footbonaut.
- que jueguen como lo hacen en los derbis contra el Schalke o contra el Bayern, Madrid (aunque Ronaldo puede, sin lugar a dudas, echar abajo cualquier proyecto) o City.
- que la sangre fría de Hummels contagie al resto del equipo y les deje escribir un nuevo capítulo en la historia de la orejona.