1 abr 2013

DOMINGO DE RAMOS


No es una locura decir que mucha gente abandona las iglesias para rezar en los campos de fútbol. Pero tranquilos, porque no todo el mundo sigue al Messias: en casa de los Pose, no entran ni el fútbol ni Dios. Para entender el impacto de la nueva religión sería esencial analizar la responsabilidad de la FIFA, del Retorno de la Inversión (ROI) de los grandes clubes y multinacionales involucradas y, por supuesto, el papel de las televisiones y demás agentes económicos que poco tienen que ver con las gambetas y los deseos del balón.


Este artículo no quiere hablar de las estructuras ni de la materia oscura del fútbol; es difícil de entender esta realidad alternativa sin la existencia de pastores y vicarios de Dios destinados a ser beatificados por los títulos y la historia. Los atletas de Cristo son una ONG o grupo evangélico brasileño, formado por deportistas que se creen pecadores, que piden perdón a Dios y confían en la salvación de Jesucristo. La realidad es que en Brasil existe un decrecimiento de las iglesias tradicionales y un aumento significativo de nuevas iglesias, congregaciones, negocios, sectas o lo que sean. En este contexto, la meta de los atletas de Cristo es “ganar deportistas para el Señor y contribuir a la práctica sana y honesta del deporte”. Kaká, Edinson Cavani, Donato o el pequeño de los Valerón son varios de los miembros que forman parte de este grupo: nadie sabrá nunca hasta qué punto el Señor metió mano en la histórica victoria deportivista en el campeonato de Liga 99/00. 


Esto es conocido por todo el mundo. Aquí estamos César, Valerón y yo; nos reunimos, leemos la Biblia, cantamos y viene una persona que tiene conocimiento de la palabra y dirige la reunión”

 
Me imagino a Donato con la pegatina de “Atleta de Cristo” pegada en el buga, pero me inquieta como encajaría el timbre de voz de Juan Carlos Valerón en un ritual de entrega y pasión a Cristo. Hay muchos más jugadores dentro de este grupo y otros que no, pero que públicamente reconocen la importancia de su Fé, como el caso de Felipe Melo que no duda en declarar que su sueño principal es convertirse en diácono de Brasil. Otro ejemplo trascendental es el de Radamel Falcao.

Falcao pertenece también a los atletas de Cristo. Cuando llegó a River de pequeño hacía ya las maravillas que marcaban la diferencia, y en esa época fue bautizado como El Tigre: lo más interesante fue que era un tigre dentro del campo, pero un pastor fuera de él. Desde muy pequeño fue criado bajo las enseñanzas de la Biblia e intentó llevar una vida bajo esas premisas; sus compañeros de River en categorías inferiores lo miraban como si fuera un extraterrestre cuando se ponía a orar de rodillas antes de los partidos. Luego juntaba al resto del equipo y pedía a Dios que no hubiera lesionados, pero nunca una victoria, empate, un resultado o un gol. Kaká y Radamel tuvieron lesiones a los 19 años que pudieron acabar con su carrera, pero milagrosamente, como en el caso de Juan Carlos Valerón, su fé les permitió salir reforzados de esos dolorosos episodios y les catapultó a conquistar el mundo con sólo un balón en los pies.




En esta nueva etapa madrileña la llegada del Cholo Simeone fue crucial. El argentino conoce muy bien al jugador tras haber coincidido en River, y su reencuentro empezó con una declaración: "Nosotros vamos a formar un equipo para Falcao; los jugadores necesitan siempre seguir un compañero. Sus compañeros le siguen a él." Mientras que el Atlético de Madrid se encomienda al ariete de moda, el Deportivo recupera oxígeno bajo la batuta del mago de Arguineguín , los bares se siguen llenando, los estadios españoles siguen medio muertos, David Beckham sigue vendiendo camisetas y los Pose, entre otros, siguen libres de pecado, profanando unas costumbres y hábitos analgésicos que desvían la atención popular de los problemas generales actuales.

En casa de los Pose no entran el fútbol ni Dios, pero eso no significa que haya un vacío en sus vidas: Iker Jiménez pone la magia, la ilusión, la imaginación, la comunión y el orden, mientras que Enrique de Vicente pone la creatividad, la determinación, los milagros y la devoción.

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